domingo, 26 de junio de 2011

Antonio Passy

Antonio Passy

La Reina es asombrosa. Logró que me fuera yo a España sin pagar un quinto por el boleto de avión, gracias a sus millas de Aeroméxico. Si, el 20 de agosto me voy a España a conocer a Antonio Passy.
¿Quién es Antonio Passy? Un gran actor español, pero que hizo una impresionante carrera teatral en México, allá por los años 50, escenificando entre otras cosas Rinocerontes de Ionesco, y Médico a la fuerza, de Moliere. Es el único sobreviviente de aquella legendaria puesta en escena que hizo Salvador Novo de la obra de Samuel Beckett, Esperando a Godot, en donde Passy hizo pareja con mi querido Carlos Ancira, con quien se volvería a reunir en la máxima y más fiel adaptación de Los Miserables, de Víctor Hugo, que produjera para Canal 13, David Antón y dirigiera Antulio Jiménez Pons. Ancira era Thernardier y Passy era Javert. Passy hizo también para Canal 13 una estupenda interpretación del avaro Scrooge de la novela de Charles Dickens, Canción de Navidad.
¿Cómo empezó todo? Buscando información de Passy en Internet, di con un blog en el que se le mencionaba como asiduo asistente a un café en Madrid, y en donde incluso había una fotografía de él, que parecía ser reciente, pues se le veía con la cabeza entrecana. ¡Que sorpresa! Muchos me habían dicho que había muerto, algunos decían que de manera trágica. Incluso El Ángel me dijo que pensaba que había fallecido. Y ahora daba indicios de vida. Me puse en contacto con el autor del blog, José Mayoral, y me respondió pocos días despúes. Efectivamente, Passy vive; tiene casi 80 años de edad. Mayoral lo ve frecuentemente. Le pedí que si podía hacerle llegar una entrevista de mi parte. Me dijo que sí. Pasaron varios meses. Un día, al abrir mi correo, me encuentro con un mail de Mayoral, Adjunto al correo venían varias fotos y hasta un video de Passy. Con el pelo totalmente blanco y más viejo de lo que se veía en la foto del blog. Estaba interesado en contestar mi entrevista, en cuanto la tuviera lista, José Mayoral me la haría llegar.
Varias semanas después recibo un mail de un hombre llamado Amador Garcías. Era amigo de Passy y me pedía me comunicara con él o llamara a Passy por teléfono (y me anotaba su número en España) pues estaba sumamente interesado en contactarme. No lo pensé dos veces. Sin pensar en los costos, lo llamé por teléfono. Don Antonio se mostró muy entusiasmado de que alguien de México se acordara de él. Me dijo que tenía mucho que platicarme de su trayectoria en México y muchos documentos y fotos que enseñarme. Se lo conté a la Reina y dijo que tenía esas millas.... y lo logró.... el 20 de agosto me voy a España. Ayer le conté a El Ángel y le encantó que haya yo podido contactar a Passy; le pareció increíble.

Bajo Cero




Qué mejor momento que una nublada y solitaria tarde de sábado, después de una estupenda e intensa mañana de trabajo y sabrosa plática teatral en casa de El Ángel, para ir precisamente al teatro. Pasar frente al Teatro Libanés y sentir la atracción como imán de estacionar el carro, bajarse y preguntar si había boletos en primera fila y fue todo para decidir entrar a ver Bajo Cero, momento tan largamente aplazado debido a la escaces monetaria. Pero en este momento la Reina y la Princesa, habituales compañeras de teatro, se habían quedado en San Miguel de Allende y la Princesita se había quedado feliz en casa de su abuela, por lo que este era el momento adecuado para entrar al teatro y gastar sólo 450 pesos en lugar de casi 1,500 pesos (monto imposible para las actuales finanzas familiares).
Empieza la obra. Laura Flores, de bellos ojos, inicia su monólogo, en el papel de Nadia, madre de las adolescentes Ingrid de 14 años y Regina de 12, simbólicamente representadas por dos rosas. Regina sale de su casa con la intención de ir ayudar a podar las bugambilias a casa de su abuela a donde nunca llega. Pasan cuatro años y nadie sabe nada de ella. Pero Laura sólo recita sus parlamentos. En ningún momento se siente ese dolor desgarrante de la madre que ha perdido a su hija, a quien busca desesperadamente. 
Alejandro Camacho es Damián, quien ha secuestrado, violado y asesinado a Regina y a siete niñas más. Un tipo que en su infancia ha sido maltratado por su padrastro, debido a lo cual sufre un fuerte trauma psicológico. La actuación de Camacho, un actor que admiro, es excelente, como siempre... pero algo falta... ni terminé odiando a Damián... ni sentí lástima por él. Tal vez haya sido la falta de fuerza en el personaje de Laura, que como madre de la víctima, falló en fomentar el odio (o la compasión) contra el asesino de su hija.
Helena  Rojo, siempre una dama, bella y elegante, es grande en las pantallas caseras. Pero en el teatro le falta algo, es siempre Helena Rojo y no logró hacerme compenetrar en su personaje de Amanda, la psicóloga que trata de olvidar sus problemas personales, concentrándose en hacer una tesis sobre asesinos seriales, estudiando el caso de Damián.  
La escena que debería de ser cumbre, impactante y desgarradora, cuando Nadia confronta y perdona al asesino de su hija, es plana.
Me decepcionó Bajo Cero. Un tema interesante, un texto, que, mejor dirigido podría haber resultado desgarrador, me dejó con una sensación de vacío, muy diferente a lo que me hicieron sentir hace dos años Fernando Luján y Diana Bracho en Todos eran mis hijos, o hace tres Susana Alexander y Blanca Sánchez (q.e.p.d.) en Como envejecer con Gracia, que me dejaron una opresión en el pecho y un nudo en la garganta, y a quienes el público aplaudía de pie. En Bajo Cero no sucedió nada.  Los aplausos fueron tibios y los comentarios que escuché del público: "Laura Flores recita sus parlamentos"; "Un tema muy trillado, una actuación monótona". Sin embargo, no me arrepiento de haber gastado 450 pesos. Pero sí fue una suerte no haber gastado 1,500.